BITÁCORA DE A BORDO – VIERNES 21 DE NOVIEMBRE – DÍA 1 EN EL REMOLCADOR, DÍA 50 BAJANDO EL MAGDALENA
Juemadre, me acabo de dar cuenta que es todo ese tiempo por este río, pero no es nada comparado con lo que hay que conocer.
9:30 a.m. El remolcador Humberto Muñoz se despega de Barrancabermeja, pero solo de su puerto porque pasamos todo el día subiendo y bajando cuadrando la carga: 65.000 barriles de fuel-oil de exportación. Eso equivale a 225 tractomulas.
10:32 a.m. Comienzan a caer unos enormes goterones que anuncian esos fuertes aguaceros sobre Barranca. La tripulación empieza a almorzar (el desayuno es entre 5:30 y 6:30 a.m.)
11:00 a.m. No pasó nada con la lluvia, empezó a salir el sol.

Las mangueras con las que se carga el combustible son de acero y hay que moverlas entre todo el grupo.
12 m. a 4:30 p.m. Hay un sube y baje permanente entre el puerto de Ecopetrol y un sitio en una isla un kilómetro abajo del nuevo puerto que construye la multinacional suiza Impala.
Esa gente le está metiendo un billete enorme porque se quieren quedar con todo el negocio del transporte pesado por el río (quién sabe qué pasará con la empresa colombiana que me lleva -la Naviera Fluvial- que tiene 94 años).
La operación es lenta. En este trabajo de carga, la paciencia es una virtud importante.
12:25 m. El capitán Darío Chaverra (42 años navegando el Magdalena) me invita a almorzar. “Yo no he podido con a esas horas, esto no es una finca”, dice este hombre nacido en Maceo, Antioquia.
La comida es buena, aunque un poco condimentada: carne, arroz, macarrones y un patacón. No pruebo el “mataburro”, una especialidad de estas naves. “Un ají que es candela”, advierte el capitán.
La tarde es toda de trabajo: ellos haciendo la labor dura bajo el sol y yo pendejiando con las fotos.

En el puerto de Ecopetrol, en Barrancabermeja, hay un movimiento permanente de remolcadores que transportan combustóleo hasta Cartagena.

El remolcador Humberto Muñoz pasa bajo el puente que une a Barrancabermeja con Yondó, es decir, a los departamentos de Santander y Antioquia.
6:15 p.m. El remolcador es amarrado en el fracasado muelle de Cormagdalena en Barrancabermeja, del que hablé hace dos días. Ahí pasaremos la noche. Me da pereza descender.
7:25 p.m. La tripulación juega con unas fichas con números. Todos ponen de a 100 pesos en cada ronda. El televisor de esta sala de descanso sigue a todo volumen, como todo el día. La noticias del canal RCN poco interesan (estos marineros son inteligentes).
8:30 p.m. La tripulación sigue jugando. Estoy leyendo en mi camarote de la tercera cubierta junto a la oficina del capitán. Me asignaron uno con baño privado, aire acondicionado, cama doble, televisor, armario, espejo de cuerpo entero y una mesita que sirve como escritorio.
9:20 p.m. Hay un silencio total, no parece noche de viernes en Barrancabermeja: todos están en sus literas, algunos con la luz apagada. Esto parece un barco fantasma.
9:40 p.m. Me voy a mi cama: los hombres de río nos acostamos temprano.
Publicado originalmente en www.facebook.com/juangobeta